“ Bailando en una pata”, como decían nuestros ancestros cuando las personas llenas de felicidad, parecían que les brotara por los poros, la alegría, el entusiasmos y esas ganas de gritar a todo pulmón, que la vida y el Todopoderoso no los habían abandonado.
Esa misma alegría la pudimos apreciar en el Alcalde Néstor J. Martínez J. cuando entregó las viviendas a las personas de la Vereda La Honda, aquella misma que fuera ultrajada y deshabitada por los grupos subversivos que asesinaran e intimidaran a sus raizales, los que con esfuerzo levantaron paredes y cultivaron esa tierra por mucho tiempo.
Sí, el Alcalde con voz entrecortada entregó una de las obras que siempre soñó cumplir, ver a sus habitantes regresar en medio del llanto por la felicidad encontrada y en medio de la esperanza, por sentir que un pueblo entero se alegró y aplaudió su regreso.
No puede ser mayor la felicidad del Burgomaestre, pues es satisfactorio entregar puentes, vías pavimentadas, escenarios deportivos y otra serie de necesidades cumplidas en la comunidad, pero nunca, nunca, como ver que los niños entran brincando a sus nuevas viviendas, dignas, con servicios y alumbrado público, y las madres y padres sienten que cuando deban partir a lo eterno, se pueden ir, pues se han cumplido los sueños de dejar a sus hijos bajo un techo digno.
En el Concejo Municipal, se reunieron habitantes y la Administración Municipal para celebrar y agradecer al Dr. Martínez una de sus obras cumbres y más satisfactorias.
Esperamos desde este medio periodístico que el Señor Nuestro Dios derrame muchas bendiciones sobre sus habitantes y a los futuros alcaldes les muestre que es cierto lo que versa el dicho popular: “Cuando de quiere, se puede”.