EL MIRADOR DE ARTURO – DICIEMBRE

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EL NUEVO ALCALDE: EXPECTATIVAS Y CLARIDAD NECESARIA
No están en duda las capacidades intelectuales y profesionales del Dr. Néstor Fernando Zuluaga Giraldo, alcalde electo en reñida contienda. Las ha demostrado en su vida profesional y en el ejercicio de la concejalía. Conoce el municipio y su problemática. Las expectativas sobre su desempeño son altas y puede hacer una buena gestión si sabe mover las fichas en el tablero del posconflicto que debe contar con recursos de fuentes interna y externa.
No pasa lo mismo con sus posibilidad de unificar, condición del liderazgo, que queda en suspenso a la espera de dilucidar si los compromisos con los financiadores de su extensa y costosa campaña son fruto de la imaginación o si, como viene ocurriendo a lo largo del país, el poder económico ha capturado al poder político poniéndolo de rodillas para reclamar retribución por los recursos entregados. Cuánto desearíamos que no fuera nuestro caso.
Sobre lo primero, lo cierto es que a contracorriente de sectores políticos cada vez más aislados y desmentidos, avanzan en La Habana los diálogos entre representantes del gobierno nacional y las FARC. Se ve venir la firma de los acuerdos y le seguirá la campaña por obtener su refrendación por mecanismo aún no definido entre las partes.
Vendrá entonces el período de implementación de los acuerdos en diferentes frentes pero me ocuparé por ahora de lo que nos toca de manera más cercana, lo que algunos han llamado la paz territorial. Significa la puesta en marcha de políticas que tienen que ver con el desarrollo rural, el acceso a la tierra por los habitantes del campo, los derechos de las víctimas que incluyen restitución de tierras, derecho a la verdad, a la justicia y reparación integral.
Hay en este frente una serie de oportunidades para las comunidades locales, ubicadas en municipios como el nuestro, insertado en el mapa de violencia que tocó con fuerza a toda la región del oriente antioqueño, que esperan ser receptoras de recursos del orden nacional y de los que se logren atraer de la comunidad internacional focalizados en las regiones y destinados a pagar la deuda histórica, reparar los efectos de la confrontación y superar las causas objetivas del conflicto.
Le corresponde a la entrante administración actuar con diligencia y sentido de oportunidad. Para ello debe incluir en su Plan de Desarrollo las propuestas que se alineen con las del Estado central en el ambiente de los posacuerdos, el de la inversión en las regiones. Imaginar objetivos y estrategias en el nivel local y el regional para construir una visión del territorio que genere inclusión y desarrollo equitativo y sostenible entendido como el progreso colectivo con base en unas relaciones respetuosas con la naturaleza y entre los hombres.
Tenemos que ser capaces de imaginar un proyecto de sociedad propio, apoyado en nuestras potencialidades, y soltarnos de la planeación desde afuera, pensada para encajar en modelos funcionales a los intereses del mercado globalizado, por encima de los del ser humano. No podemos seguir siendo sujetos pasivos de intereses ajenos a los de nuestras comunidades. Sin duda el alcalde electo está en capacidad de liderar estos propósitos. Falta comprobar si también contamos con su voluntad política para concretarlos.
Claridad necesaria. Sobre el segundo tema planteado, observamos el notorio desequilibrio en los gastos de campaña de los diferentes candidatos a la alcaldía. Para determinar si se sobrepasaron los topes fijados por las normas están las autoridades electorales. Pero no deja de despertar inquietud, y así se ventiló durante la campaña, el tipo de compromisos que se pudieran generar entre los financiadores de la campaña ganadora y el candidato beneficiario de tales recursos, quien a la postre resultó siendo el ganador. Situación que viene a agravarse si quienes hacen tales aportes son quienes han venido ejerciendo como contratistas, proveedores de bienes y servicios a la administración municipal o beneficiarios de licencias y decisiones de la misma.
Le convendría al propio doctor Néstor, no como el candidato que evitó la confrontación en este tema, sino como alcalde electo o ya en el ejercicio de su cargo, como administrador de los intereses de todos los carmelitanos, salirle al paso a las conjeturas y tomar las medidas que den plenas garantías de transparencia y pulcritud en el manejo de la cosa pública, con decisión y contundencia. Debe conquistar la credibilidad necesaria para ejercer sus funciones si es que aspira a convertirse en un verdadero líder, con capacidad de convocatoria para sacar adelante sus propuestas de campaña en una productiva gestión.
Conviene para la buena marcha de una administración que empieza con la población polarizada, con las heridas abiertas de una campaña reñida, aunque respetuosa, valga decirlo, y a los carmelitanos todos, que queremos que nuestros escasos recursos se apliquen, con exclusividad, a la satisfacción de las necesidades que nos aquejan.
Conviene para la sociedad toda pero en especial para la niñez y la juventud que debe ver en el administrador público un referente de pulcritud y trasparencia, digno de imitación.
Mecanismos legales hay varios y con imaginación se pueden adoptar otros. La mayor publicidad de los contratos y las veedurías ciudadanas, servirían a este propósito. Está en sus manos propiciar ambas y en las de la ciudadanía promover las últimas.
En lo político, el mecanismo institucional de control corresponde ejercerlo al Concejo Municipal. Para que ese control sea eficaz y eficiente debe existir una sana separación de las ramas ejecutiva y legislativa sin los acuerdos de gobernabilidad que resultan en cuotas burocráticas o en contratos intermediados por miembros del Concejo. Lo sano sería que en la discusión de los planes y proyectos de iniciativa del ejecutivo primara el interés general, por encima de los de personas, de empresas, o de grupo político. Ojalá se instalara en las relaciones políticas el modelo gobierno-oposición, de pesos y contrapesos, donde la sustentación serena y madura de los proyectos fuera la única arma de convencimiento por parte del ejecutivo municipal hacia el legislativo. Es la base del control político, fundamental en una sociedad que se dice democrática.
Por el bien de los intereses carmelitanos, al nuevo mandatario no cabe sino desearle “buen viento y buena mar”. Que los retos inmediatos como la construcción de un buen Plan de Desarrollo, de la mano, ojalá, de una nueva generación del Plan Básico de Ordenamiento Territorial, se haga dentro de un ambiente de amplia participación ciudadana. Que no dude en convocar a las comunidades, a los grupos y sectores representativos de la población a la construcción del municipio del futuro con responsabilidad ambiental, con oportunidades para todos, donde la utopía del “Buen Vivir” sea alcanzable con el aporte y el compromiso de todos.
Coletilla: Al cierre de de esta columna llegan preocupantes noticias de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático COP21 que se lleva a cabo en París. No hay certeza de que se llegue a acuerdos vinculantes entre los representantes de los países líderes en emisiones contaminantes, decisión necesaria para salvar al planeta de una anunciada catástrofe medioambiental. El Carmen de Viboral aportaría su cuota si somos conscientes de la importancia de la declaratoria de Reserva Forestal Protectora a cerca del 80% de nuestro territorio y logramos llevar a cabo su implementación y aprovechamiento.
Arturo Montoya Ramírez
Madrid, España
Diciembre de 2015

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