LOS PENSAMIENTOS DE SEBAS por Sebastian Mira

Cuando se festejan en los hogares carmelitanos fechas importantes del calendario como el día de la madre, salen a la luz realidades que acompañan nuestro discurrir como municipio, como es el caso de la presencia de cientos de ciudadanos que han aterrizado en estas tierras orientales buscando un mejor futuro o simplemente atraídos por la prosperidad y el dinamismo económico que se viven en la época presente.
Y es que, en momentos de compartir familiar, de reencuentro, de recordación anecdótica y de enaltecimiento de la vida de las madres, surgen de todos los rincones del pueblo, identificados de inmediato por sus peculiares acentos, costeños, rolos, vallunos, pastusos, chocoanos, santandereanos y venezolanos, quienes hacen ver a nuestro pueblo como una verdadera ciudad cosmopolita.
De acuerdo con datos oficiales (proyección poblacional y datos del Sisbén), El Carmen de Viboral bordea los 50 mil habitantes, una cifra muy conservadora si nos atenemos a analizar las diversas dinámicas diarias que caracterizan la vida municipal: congestión vehicular en horas específicas del día, grandes aglomeraciones humanas en fiestas y eventos públicos, impresionante actividad comercial, diversidad de opciones alimentarias, bares, cafés, en fin, toda una suerte de elementos que confluyen y que hacen de este municipio un epicentro de intercambio y encuentro de formas variadas de ver y entender el mundo.
Nos encontramos pues, ante un auténtico cambio demográfico signado básicamente por tres situaciones puntuales: crecimiento poblacional, fuerte recepción de inmigrantes y marcada tendencia a la urbanización; hechos que generan diversas reacciones entre los carmelitanos, desde la agradada aceptación, pasando por la resignación indiferente y hasta llegar al rechazo directo.
Sin lugar a falsas hipocresías, hay que reconocer que estos cambios demográficos implican serios retos para las autoridades municipales y para la ciudadanía en general, instancias desde las que debe dársele respuesta a la creciente demanda que implica acoger a cientos de personas con sus culturas, subjetividades y necesidades específicas. Esto, sin dejar de mencionar que aparecen serias problemáticas como la inseguridad, el miedo y algunas actitudes xenófobas que no contribuyen en la solución, sino que por el contrario pueden ahondar los conflictos.
Es injusto caer en afirmaciones desproporcionadas como que “El Carmen se llenó de negros y venecos”, puesto que si bien es cierto hay un buen número de conciudadanos de raza negra y venezolanos, sin embargo, podría decirse que la inmensa mayoría de ellos han llegado en busca de mejores oportunidades que las que encontraron en sus terruños y también aportan con la economía local y contribuyen en la formación de nuestra realidad local.
Lejos estamos de ese pueblo de 500 casas, en el que el cartero hacía su recorrido sin mayores problemas y donde todos se conocían hasta sus más íntimas verdades. Hoy se vive una nueva época, distante de aquella que muchos recuerdan con nostalgia.
Y todo parece indicar que seguiremos creciendo, que continuaremos recibiendo gente y que tal vez se vaya consolidando una tendencia de ciudad dormitorio, porque, entre otras cosas se encuentra licenciada la construcción de 6 mil nuevas unidades habitacionales. En consecuencia, tocará seguir presenciando celebraciones familiares y tradicionales, mientras muchos otros andan por ahí lejos de sus tierras tratando de construir sus nuevas historias en medio del ambiente cerámico.
Posdata: Mayo, mes de trabajadores, madres y maestros, tres roles sociales fundamentales, lamentablemente poco reconocidos en la actualidad. Especial reconocimiento para ellos.

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