EL CAMPESINO MENOS CAMPESINO

Las áreas rurales de nuestra región, pierden año tras año más ruralidad y por ende a una gran mayoría de su población campesina, al ser impactados día a día por el actual modelo económico de escala, – que mide todos los aspectos de la vida en términos de ganancia – , distorsionan notablemente al campesino colombiano, que en su modelo económico, vive y mantiene una relación con la naturaleza y el agro como una forma de vida y no como una necesidad competitiva frente al mundo. Lo urbano parece querer comerse lo rural y lo rural quisiera resurgir entre lo urbano, donde el campesino queda atrapado en un modelo de economía ajena a su cultura y modo de vida , convirtiéndolo así, en agente económico de jornal desdibujando notablemente al verdadero campesino, que encerrado por una relación de economía global, le toca cambiar su identidad por obligación, quedando en una relación laboral de contrato que desvirtúa totalmente la esencia campesina con el medio ambiente y el agro, figura que le hace cambiar su vocación y pasión por un modelo económico necesario pero ajeno a su filosofía de vida.
EL campesino del Carmen de Viboral siente la necesidad de ese cambio y no escapa a la problemática socioeconómica del nuevo sistema de producción agrario, que seguramente, será la tendencia en los próximos años y hará cambiar el concepto de identidad campesina como sustantivo, porque ser campesino en nuestra cultura difiere notablemente de la tendencia actual, hasta en las formas de relación social se percibe el cambio y las nuevas generaciones no entenderán lo que fue el fondo de su etimología , la comunidad campesina perdió coherencia en su identidad y ya no forma parte de aquellas comunidades que veían en sus vecinos y en su vereda la extensión de sus familias y hacían del agro un proyecto de vida en sinergia natural con los suyos. Fue así, como lograron sacar adelante un producto de reconocimiento nacional durante más de cuatro décadas, como lo fue el Frijol Cargamanto y una de las más importantes centrales de producción y abasto en el país de la mejor papa Capira del mercado , cosechada por el saber agrícola de nuestros campesinos locales, que supieron mantener la excelsa calidad del tubérculo por el saber ancestral y la rotación anual de las cosechas. La unión y el Carmen se disputaban la calidad de la misma en las centrales de acopio local y regional y era considerada entre los colombianos como una de las mejores variedades de papa en el país.
Celebrar el día del campesino entonces, parece ser lo único que nos está quedando de esta admirada comunidad. No en todos los municipios se les hace un reconocimiento a su aporte y su cultura, y en muchos de ellos no pasa de ser un saludo a la bandera, con algunos eventos de protocolo y alguna charla de academia tan inocua como vaga, Afortunadamente, El carme de Viboral año tras año mantiene el compromiso con esta celebración y la comunidad campesina convocada a este evento la vive y disfruta con su propia cultura, haciendo que el evento estimule y trascienda en sus comunidades como población rural campesina y en la comunidad urbana que comparte y aprende de ellos. El tributo que debe rendirse al campesino es un reconocimiento a su forma de vivir y relacionarse con la naturaleza, a una cultura que sintetiza un acervo de conocimientos, mitos y saberes que hacen parte de nuestra identidad local y que a futuro quizá, solo nos quede el tributo como patrimonio histórico de nuestro municipio.

Carlos Betancur

Artículos recomendados