Retórica y realidad del tema educativo
Afinar el motor de la transformación, más que un lugar en el podio.
Por Mario Augusto Arroyave Posada
Ahora que estamos de plácemes frente a los resultados de la educación en el municipio, deberíamos hacer un alto -como si al contrario, la situación hubiese sido adversa- y repensarnos, reasumir el tema educativo. El Carmen es hoy visto con gran interés y hasta con envidia ya que es destacado como el municipio con el más alto nivel de calidad educativa por fuera del área metropolitana y cuenta con la sede universitaria –pública-, de más proyección y crecimiento en el país.
Bien sabemos que las sociedades con mayor avance social y económico lo han logrado sobre el decidido propósito de invertir prioritariamente en este aspecto. De esa forma, siempre creemos que el asunto es económico y salimos del paso con la ajada expresión “no hay plata”. Pues bien, las cosas no se resuelven con dinero sino con imaginación -he repetido siempre- y ahora cuando verdaderamente deberíamos pensar en retos (más) grandes debemos resignificar la educación en para poder enfrentar una realidad que nos acosa y que no hemos podido descifrar. Esto es, la necesidad de blindarnos con la armadura del conocimiento, dejar “la edad de la inocencia” y actuar, tomar decisiones pertinentes, productivas y proactivas, siendo este término la palabra clave frente a las amenazas y fisuras que hoy avizoramos. Ser proactivo no es un don, es el resultado de una adecuada formación, es una “actitud en la que el sujeto u organización asume el pleno control de su conducta de modo activo, lo que implica la toma de iniciativa en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras, haciendo prevalecer la libertad de elección sobre las circunstancias del contexto”[1].
Razones hay bastantes y comienzan en el orden del individuo: superación!, una meta que debe romper el término coloquial y cargarse de sentido. Reconocer, valorar y proyectar las posibilidades y potencialidades, abonar el terreno de la verdadera prosperidad para la equidad, reconocer el rol de cada ser en la construcción del tejido social. En lo colectivo, se debe reasumir el liderazgo en la región, debemos ser protagonistas del cambio, entender la realidad y el momento histórico. Y como si eso fuera poco, una razón profundamente humana: por convicción, por amor a nuestra tierra, a nuestros antepasados y a nuestra tradición artesanal y campesina.
Una razón más nos toca directamente al corazón: valorar la capacidad que tienen nuestros hijos. Hacia nuestros niños y jóvenes, la acción es un deber, la obligación que tenemos de brindarles el espacio, las condiciones y garantías necesarias para que puedan asirse al mundo, para que puedan volar, para que hagan realidad sus sueños.
Es loable la gestión que se ha realizado en aras del mejoramiento físico de muchos espacios educativos como lo hecho en Mazorcal, Aguas Claras, el bello proyecto Alfareros de sueños, Bicicletas para educar, aulas y mejoramientos en las I. Educativas, y un etcétera muy grande que hace brillar esta administración, sin embargo, frente a la dinámica del mundo actual debemos ser más y mejores, tenemos que aprovechar el potencial creativo de nuestros jóvenes y no ser conformistas. Si lográramos cumplir la promesa escrita ya habríamos avanzado en algo, ese compromiso contenido en la misión de un Ministerio de Educación[2] o de un Plan de Desarrollo Municipal[3].
El último fin de semana de agosto, asistimos de nuevo a un evento revelador: la noche carmelitana, el fin de la rumba, el cierre de establecimientos públicos, discotecas y bares. Un espectáculo abrumador protagonizado por cientos de jóvenes embriagados, ciudadanos arrinconados en el extremo de la inconsciencia, “enlagunados”, agresivos, en el ribete vergonzoso, sucio y hasta con el aún arresto lascivo y lujurioso hacia la tropa de damas salidas del burdel. Casi surrealista, lamentable y doloroso –sin duda-, pero fehaciente.
Qué gran responsabilidad nos cabe ante este panorama. La educación no se puede aderezar en el discurso. Requiere y merece el más grande esfuerzo tanto del Estado como de las instituciones y de la sociedad en general. No se puede corromper en el negocio y tras la fachada de métodos infalibles que parecen ofertados en “televentas” y que les es muy útil a los papás para “chicaniar” con la mensualidad del colegio. Si frente al regocijo por un destacado lugar en el podio del Departamento nos complacemos y felicitamos, frente al desdén, la apatía, la violencia familiar, la irresponsabilidad, la falta de solidaridad, la pérdida de valores, la soberbia y agresividad generalizada, debemos prender las alarmas porque hay incendios en las familias, desastres en la brecha generacional, inundaciones de tristeza en muchos seres porque se nos está envileciendo el alma.
Éstas, que son palabras “lanzadas al viento”, que tienen vocación efímera, pretenden al menos persuadir acerca de la urgente necesidad de asumir un verdadero rol en la educación hoy. Por eso, al que le caiga el guante, que se levante: somos constructores de esta sociedad, somos los autores intelectuales y materiales de esta niñez, de esta juventud y de esta generación. Si alguien se da golpes de pecho por “estos muchachos de ahora”, es mejor que mire quién firmó esa obra. Padres de familia, adultos que pasan de agache frente a esta enorme responsabilidad, profesores viviendo en la zona de confort de su salario y repitiendo el mismo “cuento” toda su vida, los que no leen, no se actualizan, no investigan, que esconden muchas veces la mediocridad en el autoritarismo dictatorial en clase, junto a papás y mamás ebrios todos los fines de semana y durmiendo en un ring de boxeo, una “cultura” atizando la mal llamada “viveza paisa”, cátedras de cómo mentir, de cómo subrepticiamente sacar ventaja, ayudados por la eficiente pedagogía musical de canciones que hablan de un “animal rastrero” o de que “vale más cualquier amigo, sea un borracho sea un perdido, que la más linda mujer…”
Por eso, debemos reiterar el llamado. Todos tenemos que involucrarnos más con este objetivo. No es un uniforme, una lonchera, una tablet o un computador. No es la cifra, no es la retórica robustecida por números, ni el cuarto lugar en el escalafón de la FIFA o el último en las pruebas Pisa. Es la esencia subrayada (y con rojo) la que debemos entender para que podamos asumir el control y redireccionar el objetivo de nuestras vidas y sepamos entender y depurar las “circunstancias del contexto”.
(Viñeta) Para publicar en anexo o recuadro complementario:
Finlandia: En el mejor sistema educacional del mundo.
Finlandia ostenta el título como el mejor sistema educativo público del mundo de acuerdo al Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por sus siglas en inglés).
Allí por ejemplo, la carrera de profesor es una de las más prestigiosas y bien paga, los niños inician la escuela a los 7 años cuando tienen suficiente madurez emocional, no hay más de 20 alumnos por salón, no se ponen notas hasta el 5º grado para evitar la competencia (aquí se incentiva), se busca la curiosidad y la planificación educativa es consensuada entre acudientes y profesores, los padres van a la biblioteca con sus hijos, el gasto en educación es cercano al 6,8% del PIB del país y desde el material hasta el transporte escolar es gratuito.
La idea es que todos los estudiantes van a la misma escuela, no existen diferencias de clase, ni de sueldo de los padres, ni del lugar donde viven, ni de las creencias que tienen. El hijo de un doctor estudia al lado del hijo de un albañil. No existe la posibilidad de selección. El dinero no está involucrado como factor, no se toma en cuenta ni se considera el capital económico para la educación.
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Proactividad
[2] MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL. Misión: Lograr una EDUCACIÓN DE CALIDAD, que forme mejores seres humanos, ciudadanos con valores éticos, competentes, respetuosos de lo público, que ejercen los derechos humanos, cumplen con sus deberes y conviven en paz. Una educación que genere oportunidades legítimas de progreso y prosperidad para ellos y para el país. Lograr una educación competitiva, pertinente, que contribuya a cerrar brechas de inequidad y en la que participa toda la sociedad.
[3] Eje 3 del Plan de Desarrollo Municipal El Carmen 2012-2015, Educación para la transformación social. P 18.