EL MIRADOR DE ARTURO

soñando

Futurología: El Carmen de Viboral, año 2214
Si la humanidad  tiene una historia, según teorías,  de unos 4 millones de años y América “nació” para el mundo occidental hace  522,  tendríamos que decir que 200 años no son nada. De manera que apenas estamos “gateando”, en perspectiva histórica, para referirnos a nuestra cortísima existencia como municipio.
Como es obvio que ninguno de nosotros arribará  al año 2214, doscientos años adelante,  para “ver” lo que será nuestro municipio para entonces, les propongo un ejercicio mental de futurología y empecemos a soñar cómo quisiéramos vernos.
Para empezar, digamos que sueño con un Carmen de Viboral convertido en potencia ambiental: se respeta la naturaleza,  el patrimonio ambiental se ha aumentado en los 200 años anteriores. Las quebradas aumentaron en número y en caudal, han sido saneadas y están rodeadas de jardines y bosques protectores y parques lineales para un respetuoso disfrute. El movimiento ambientalista de nuestros antepasados de 2014, cuando teníamos apenas 200 años, logró impedir que la megaminería a cielo abierto acabara con los bosques, la biodiversidad y el agua. Gracias abuelos responsables.
Sueño con que debido a ello, El Carmen, potencia hídrica, ha consolidado y liderado un proyecto asociativo regional de suministro de agua potable a todo el altiplano del Oriente Antioqueño. Y se logró porque al fin sus habitantes entendimos que la solidaridad con los vecinos primó  sobre la insensatez y el egoísmo.
Sueño con un Carmen como potencia cultural: la educación, el teatro, las artes, el deporte y la actividad física pasaron a ser la prioridad de las autoridades y cada ciudadano abraza un arte como ejercicio de su ciudadanía y de su potencial humano. Las artes son el ejercicio de la vida.  Todos los ciudadanos han ido a alguno de los diferentes centros de educación con las que cuenta el municipio como parte de su educación que continúa por toda la vida en la vida misma.
Sueño con un Carmen, año 2214, con un civismo tal en cada ciudadano, que cada quien pertenece a un colectivo de trabajo por la comunidad y entre todos se emula por el mejor servicio a la misma; donde se respetan las normas de tránsito, nadie arroja una basura al piso, cada establecimiento público maneja el volumen de la música solo para su interior, nadie molesta al vecino y se respeta el horario de descanso de cada quien, las fachadas de los inmuebles son limpias y arregladas con apego a la estética. Las aceras permiten el libre tránsito de los peatones con seguridad y fluidez.
Sueño con un municipio administrado de tal manera que las grandes decisiones se toman de manera participativa con una comunidad educada, informada y empoderada con plenas capacidades para decidir sobre sus prioridades y su futuro.  Sus administradores son orientadores por su reconocimiento y  liderazgo sociales.
Sueño con un municipio donde la mujer cuenta con oportunidades de desarrollo humano y profesional. Que la equidad de género sea una realidad,  no una frase publicitaria de político en campaña.
Sueño con un municipio donde la prioridad la tiene el peatón, los vehículos automotores no entran al centro histórico y solo estacionan en los sitios autorizados, no generan ruido, las bicicletas tienen su propio espacio y sus vías y los ciclistas respetan a los demás y son  respetados  por  éstos.  Sueño con un pueblo de ritmo lento y silencioso, apacible, respetuoso.
Sueño con un municipio con pleno empleo de sus potencialidades pero con respeto a la naturaleza y a la vida.  Esas instituciones que se llaman campesino, vida y economía campesinos perviven, por  fortuna, para la humanidad.  Producen con prácticas agroecológicas alimentos limpios para una población sana, con prácticas de consumo responsable; un municipio con soberanía alimentaria que produce localmente lo que se consume y solo trae lo mínimo de su dieta. Un consumidor que prefiere lo nuestro. Un municipio con industria de base tecnológica, no contaminante y basada en la innovación y el conocimiento que se multiplica en sus centros de educación, de investigación y de pensamiento. Un pueblo dedicado a las artes,  a la creatividad, a la filosofía, para sí y para la humanidad.
Sueño con un Carmen de Viboral que sigue siendo reconocido por su cerámica, emblema  histórico gestado a finales del siglo XIX, ya con más de 400 años de desarrollo en este 2214. Una cerámica evolucionada hacia lo artístico, si bien conserva la producción utilitaria. Reencuentro del hombre con su elemento natural, la tierra, la arcilla, regreso a sus orígenes y vuelo al infinito de las formas,  sin más límite que la imaginación.
Sueño con un Carmen que atrae el turismo cultural con base en una refinada y robusta actividad artística que exalta los valores propios y los de la humanidad. Un Carmen que atrae turismo de naturaleza con responsabilidad y respeto por un paisaje bien cuidado de los embates del urbanismo desaforado y mal controlado.
Sueño con un Carmen de Viboral  limitado en su crecimiento tanto horizontal como vertical que respeta nuestro patrimonio paisajístico, sus alegres colinas, sus rayos de sol, su luz, su aire. Donde la   ”perla azulina “  es un armonioso y poético conjunto, santuario natural, no un edificio con este bello nombre.
Sueño con un Carmen de Viboral 2214, con cara de pueblo pequeño, más parecido a El Carmen de 1960 que tenía rostro de campesino hasta en la cara del obrero de la cerámica, lo prefiero a la versión 2014, ecléctico en su arquitectura,  mezcla informe de edificaciones que en su conjunto (?) no se parece a nada y en camino de ser peor.
Sueño…..sueño….
Coletilla: Año 2214 es una fecha simbólica porque aterra pensar en que muchos de nuestros males duren 200 años. No deberían pasar ni 200 días para su superación.
Arturo Montoya Ramírez
Economista
Medellín, noviembre de 2014

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