EL MIRADOR DE ARTURO – JUNIO

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¿PODEMOS PARAR LA LOCOMOTORA MINERA?
En los 200 años de vida municipal El Carmen de Viboral no ha enfrentado un desafío mayor como el que significa la posibilidad de albergar en su territorio a la gran minería, misma que llega arrasando ecosistemas estratégicos a gran escala en búsqueda de minerales de alta demanda mundial. Salta la pregunta: ¿Seremos capaces de enfrentar al todopoderoso capital internacional, ávido de riquezas doquiera se encuentren y movido por la codicia y el afán de acumulación?
Con todo el progreso que trajo una era industrial creativa e innovadora haciendo la vida más fácil con sus aparatos domésticos, sus medios de comunicación y de trasporte, la computación y la internet, la biotecnología y el desarrollo científico, la modernidad ha llegado a un punto en el que el capital que se ha trasnacionalizado con la globalización, imponiendo leyes a su medida en los países satélites, anda por el planeta entero en búsqueda de operaciones de reproducción-acumulación sin consideraciones de respeto por la naturaleza ni de los grupos humanos, habitantes ancestrales de los territorios a donde llega.
La lógica con la que opera este modelo de explotación del planeta no podía sino traer una acumulación de crisis y desastres ambientales a lo largo y ancho del mundo conocido. Sus fundamentos: (1) Una concepción del desarrollo que ignora los daños naturales y sociales (despectivamente se les llama “externalidades”, como si no fuera asunto suyo el evitarlos o su reparación total). (2) La idea de un planeta inagotable. Se dice que si todos los demás países consumieran energía en la misma proporción que lo hacen los EE.UU, se necesitarían siete planetas tierra para atender esa demanda. (3) La prioridad dada al valor de cambio sobre el valor de uso. Se sabe por ejemplo, que solo una mínima proporción de la producción mundial de oro, con toda la destrucción que acarrea en la naturaleza (flora, fauna, suelo y agua) es utilizada para la elaboración de productos utilitarios. En gran medida esa producción va para la fabricación de joyas y fundición de lingotes que reposan en las bóvedas del sistema bancario y titularizados luego para entrar en la órbita de la especulación bursátil en un mercado secundario. (4) La identificación de la economía con la tasa de ganancia y la acumulación del capital que crea consiguientemente enormes desigualdades económicas y sociales. Esta clasificación la trae el pensador social belga Francois Houtart en su libro “De los bienes comunes al Bien Común de la humanidad.”
Es una denuncia descarnada de este modelo de acumulación que se ha convertido en una enorme máquina de destrucción de la vida y que atenta contra el bien común, el bienestar de la humanidad toda y en beneficio de un grupo muy reducido (1%?) de la población mundial.
Pues bien ese monstruo destructor es el que asoma sus orejas en nuestro territorio, mismo que es considerado por la autoridad ambiental regional, CORNARE y consignado como tal en nuestro Plan Básico de Ordenamiento Territorial (PBOT), como suelo de protección ambiental y por lo tanto debería serlo como zona de exclusión para la actividad minera, la mayoría del territorio carmelitano.
De manera complementaria, el Concejo Municipal y la Administración han atendido oportunamente las opciones que ha permitido, de manera tibia y ambigua, el Ministerio de Ambiente, para confirmar algunas medidas protectoras contra los efectos dañinos de la actividad minera, pero no blindan el territorio frente a la amenaza de la gran minería.
Es en esta última en la que se centran las preocupaciones por su enorme poder destructivo sobre el medio natural. Lo grave es que lo puede hacer por una legislación que la privilegia y la llena de todas las garantías. No es para menos, pues se sabe que esa legislación se nos impone desde afuera por presiones del capital trasnacional acogida por nuestra débil e interesada dirigencia que cuida más sus intereses de clase que los de las mayorías nacionales y poco o nada hace en defensa del territorio.
Quiere esto decir que no nos podemos hacer ilusiones sobre las medidas legales de protección por más que en el proyecto del PBOT en revisión se plantee un modelo de ordenación del territorio que concilie la ocupación, que incluya actividades productivas con unas medidas de protección efectivas.
Y no es para despreciar esas medidas. Siempre es mejor contar con una legislación conservacionista. Pero acá no caben ingenuidades. Las acciones legales de contención de los grandes proyectos mineros deben acompañarse de acciones de resistencia por parte de la comunidad carmelitana toda.
La experiencia de otras comunidades que han enfrentado la locomotora minera, o que lo están haciendo en el momento, nos indica que lo primero que hacen estas poderosas empresas es dividir a la población con los discursos desarrollistas. El proyecto minero lo “envuelven” en una argumentación según la cual éste trae desarrollo para la comunidad. No es sino mirar las zonas mineras tradicionales para observar la descomposición social que representa el asentamiento de la gran minería. Mientras la minera llena sus arcas, en el exterior generalmente, acá nos dejan devastación natural y descomposición social a cambio de unos cuantos empleos y unas exiguas regalías que no alcanzan para reparar los daños causados.
Conviene señalar la diferencia entre la minería tradicional y a pequeña escala que ejercen las comunidades en sus territorios y la gran minería. La primera, en algunos territorios constituye la forma de subsistencia comunitaria. Lejos de perseguirla y criminalizarla, per se, debería contar con el acompañamiento, asesoría y fortalecimiento, por parte del estado. Vigiladas, eso sí, para que desarrollen su actividad dentro de los estándares ambientales sanos.
Será la movilización social la respuesta adecuada para atajar la locomotora minera, no nos cabe la menor duda. Ya algunos grupos organizados han empezado a generar conciencia sobre los riesgos de la gran minería y hago un llamado a que estemos atentos a informarnos, pero ante todo a movilizarnos para detener el monstruo minero. Se tiene previsto realizar una marcha, este 28 de junio, día del campesino (sector social más afectado con los proyectos mineros) en nuestro municipio. Movilización que nos debe permitir el adquirir conciencia del valor estratégico de nuestros bienes naturales. Hemos vivido de espaldas a la riqueza que significan nuestros territorios pero no podemos equivocar la vocación de ellos. No debemos mirarlos con el ojo del capital que todo lo observa bajo la lógica del explotador privado de la naturaleza y todo lo quiere envolver bajo su racionalidad privatizadora. Defendamos nuestro territorio con criterio de bien común necesario para la vida de ésta y las generaciones que nos sucedan, por siempre. El capital “piensa” en el enriquecimiento rápido sin importarle las consecuencias sobre el territorio y la sociedad. Nosotros le opondremos criterio de grandeza histórica. Nos lo agradecerán las futuras generaciones que reciban un territorio verde lleno de vida, no el desierto que nos ofrece la gran minería.
Arturo Montoya Ramírez
Economista.
Medellín, junio de 2015

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