EDITORIAL MAYO – BÁJELE AL TONITO, PAPÁ

rico y pobre

Cuando nacemos, llegamos a este mundo como decían nuestros ancestros, “ viringos”, es decir sin ropas finas o ropas pobres. Lo único que nos acompañaba era nuestro frio, nuestro llanto y una desconcertación la macha, pues veníamos de un medio caluroso, donde los alimentos nos llegaban por medio de un cordón, el umbilical.
Al mucho tiempo, empezamos a comprender en que estrato nos encontrábamos, dependiendo de la poca o mucha servidumbre que nos prestaba sus servicios, y de acuerdo a los alimentos que nos brindaban, pues si era sólo pan y un bocado de aguapanela, ya estábamos seguros que no eramos ricos.
Luego el estudio, el tiempo y nuestra educación casera nos enseñó que hay que ser humildes, si queremos conseguir algo perdurable, ya que nada es para siempre, o yo al menos, no he visto el primer entierro con trasteo.
Los cargos públicos, llámense como se llamen, también son pasajeros, porque no hay nada vitalicio en nuestro medio.
Desafortunadamente, cuando alcanzamos un alto cargo en una empresa, llámese estado, o banca, o una empresa particular con un cargo como el de Gerente, creemos que cogimos el cielo con la mano, y miramos a todos nuestros colaboradores con el rabillo del ojo, y exigimos que sean personas que sepan hacer venias o rendirnos pleitesía, y nos llamen como nos suena mejor “doctor”, porque al fin y al cabo para eso estudiamos cuatro o cinco años, cuando para que nos digan “señor”, se necesita toda una vida de comportamiento ejemplar, como algunos de nuestros queridos coterráneos ya desaparecidos.
Vemos deambular por las calles de nuestros municipios, ex-magistrados, ex-abogados eminentes, ex-presidentes, ex-alcaldes, al lado de la plebe, sin miramientos encumbrados, degustando comidas o bebidas sin nombres exóticos, y montando en el mismo metro, o bus o simplemente teniendo que abrir las puertas de sus vehículos ellos mismos.
Yo al menos no he visto, que se entierre o se haga un funeral especial, a quien otrora fuera o ejerciera un alto cargo en una administración, llámese nacional, departamental o municipal.
Tampoco he podido visualizar a ningún ser de este planeta con dos bocas o dos estómagos, que exijan o que demuestren que son distintos a los demás. Entonces ¿ porque nos ufanamos de cargos, de encumbradas familias o de pertenecer a este o aquel estrato?.
Recuerdo cuando el Ex-Gobernador, venía a nuestro municipio, con su falta de humildad, su séquito, de no se cuantos escoltas, no dejaban que una mosca se atreviera a acercársele, y estos superhombres, groseros, descorteses y prepotentes ultrajaban al que fuera, con tal de cumplir su desmedido oficio. Ahora no es lo mismo, lo vemos deambular sólo, sin autoridad alguna y sólo con su conciencia recalcando si realizó bien o no, su cometido como mandatario.
La humildad os hará grandes y felices, más como dice el dicho popular: “Cuentan de un sabio que un día, tan mísero y pobre estaba, que sólo se alimentaba de las hierbas que cogía, pensaba para sí y decía, habrá otro más mísero y pobre que yo, más la respuesta halló, cuando volvió la mirada viendo, que otro iba recogiendo las sobras que él arrojó”.

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